
Vivimos en un mundo lleno de objetos de usar y tirar, de consumismo, de alimentos superprocesados y sobreempaquetados… Y tratamos al planeta como un objeto más de usar y tirar. Las consecuencias de nuestros hábitos de consumo son numerosas: explotación desmedida de los recursos, explotación humana para producir gran parte de estos productos y la generación de unas cantidades ingentes de basura que ya apenas podemos gestionar debidamente.
Zero Waste o Residuo Cero, como se le denomina en español, es un movimiento o una filosofía de vida que tiene como objetivo reducir lo máximo posible la basura que generamos y así vivir de manera más armoniosa en nuestro planeta.
Diferenciamos por un momento residuo de basura pues:
- Residuo es el material sobrante de un proceso o actividad que puede ser reutilizado o reciclado como vidrio, cartón, papel, aluminio, etc.
- Se considera basura a aquello que ya no podemos darle más usos ni tampoco reciclar como es el caso de casi todo el material plástico, toallitas, pegatinas, etc.
Aunque lo ideal es reducir la basura hablaremos de residuos y basura como sinónimos pues a fin de cuentas se trata de reducir y hacer sostenible nuestro consumo. Y no es para menos: se calcula que, de media, una persona en España genera entre 1kg y 1,5kg de basura al día. Con una población de casi 47 millones de personas, estamos hablando de una media de ¡entre 47.000.000kg y 70.500.000kg de basura al día! Y sólo en España… piénsalo por un momento. Entre 17.155 toneladas y 34.310 toneladas al año sólo en España y sólo hablamos de la basura generada en hogares, sin contar con la basura generada en las actividades económicas.
La mayor parte de esta basura acaba en vertederos donde se generan gases de efecto invernadero, acumulación de sustancias peligrosas en el suelo y si son vertidos ilegales, la contaminación de acuíferos, riesgo de incendios forestales, etc. Otro problema añadido son aquellos residuos que tardan en degradarse como el vidrio o el plástico. En el caso del vidrio, al igual que otros residuos, se pueden reciclar, eso sí, en su debida planta de reciclaje, para volver a construir nuevos productos, pero no pasa lo mismo con el plástico.
Solamente el 9% de todo el plástico que hemos producido y consumido a nivel mundial desde que se fabricó por primera vez hasta la actualidad se ha reciclado, el 12% se ha incinerado, y la gran mayoría, el 79%, ha terminado en vertederos o en el medio ambiente Greenpeace.
El problema es, por tanto, muy grave. El plástico se fabrica con recursos naturales no renovables como el petróleo, entre otros y que en la mayoría de ocasiones se destina para ser usado una única vez. Con lo cual, se genera una gran cantidad de residuo plástico que no se biodegrada, contamina si se quema y apenas se puede reciclar.
Esto quiere decir que es muy probable que los primeros plásticos que hayas usado desde que eras pequeña sigan existiendo todavía en algún punto del planeta. Los tuyos y los de todas y todos, claro.

Gran parte de este plástico acaba en el mar debido a la acción del viento y de la lluvia o porque el objeto se ha tirado indebidamente en el suelo urbano o en la tierra. Así pues, ya tenemos plástico en cualquier punto cardinal del planeta: desde el Everest hasta los 10.000 metros de profundidad, pasando por el Ártico y Antártida…
Las consecuencias creo que ya las vamos conociendo: ríos, mares y océanos plagados de plástico; muerte de fauna marina que ingiere plástico creyendo que es comida o queda atrapada en él; partículas plásticas pequeñas o microplásticos que son ingeridos por animales y a través de su consumo pasan a la cadena trófica y se alojan en el cuerpo humano; ingesta de microplásticos presentes tanto en el agua del grifo como en la embotellada, en la sal…

¿Pero qué podemos hacer nosotras y nosotros?
Podemos hacer mucho. En primer lugar, debemos concienciarnos de que tenemos un problema, de que esto es una realidad que pasa también aquí, no sólo en países lejanos, y que es un problema que nos atañe a todxs. Si queremos que nuestros hijxs y generaciones venideras tengan un planeta habitable, tenemos que darnos prisa.
Debemos ser conscientes de lo que consumimos y de cómo lo hacemos: objetos de usar y tirar, especialmente los plásticos de un solo uso, los envoltorios plásticos innecesarios… es aquí donde surge la idea del Zero Waste, para reducir lo máximo posible la basura y especialmente el uso indiscriminado del plástico.
Bea Johnson es una de las personas pioneras en seguir un estilo de vida Zero Waste y capaz de reducir su basura anual y el de toda su familia de 4 miembros hasta la capacidad de un tarro de vidrio desde 2008. Dice que su secreto es aplicar la regla de las 5 Rs y sólo en este orden: rechazar, reducir, reutilizar, reciclar, rot (compostar).
- Rechazar lo que no necesitamos ¿Cuántas veces aceptamos objetos publicitarios que no usamos para nada? ¿Y si rechazamos la pajita de plástico al pedir nuestra bebida? También podemos rechazar la bolsa de plástico de la frutería y otro tipo de tiendas usando las nuestras de tela.
- Reducir ¿Realmente necesitamos tantas prendas de ropa sólo por seguir una moda? ¿El mismo producto, puedo encontrarlo sin envoltorio, sin plástico o con lo menos posible del mismo? ¿Realmente necesitamos un producto de limpieza para cada cosa?
- Reutilizar. Existen muchas alternativas a los objetos de usar y tirar a los que estamos acostumbrados hoy en día: pajitas, bolsas para la compra, paños para la cocina, pañuelos de tela, copa menstrual, compresas de tela, botellas de agua… si nuestros abuelos podían vivir sin plástico, nosotros también.
- Reciclar. Esta acción está colocada aquí para que no sea la primera opción y la más cómoda para nosotras y nosotros. Se trata de dejar de actuar en modo automático para realmente poner el foco en nuestro consumo. Así que, todo lo que no se haya podido rechazar, reducir y se haya reutilizado todo lo posible, debemos separarlo debidamente para que la tasa de reciclaje y posterior recuperación sea la más alta posible.
- Rot (Compostar). Podemos compostar nuestros residuos orgánicos en un compostador para el jardín, incluso dentro de casa, para devolverlos a la tierra convertidos en abono. Si está disponible en nuestra ciudad podemos también tirarlos en el contenedor destinado para ello.
Lo importante es pasar ya a la acción. Podemos empezar desde el cambio más pequeño e ir ampliando poco a poco; podemos retarnos; podemos hacerlo como un juego e ir superando niveles; podemos involucrar a nuestro círculo de familiares y amigxs… pero tenemos que hacerlo ya. Y no dudes que cada pequeño gesto cuenta y que es una semilla para el futuro, para nuestro futuro y el de nuestros hijos e hijas.